Organizaciones que aprenden

Por Carlos Magro

El gran desafío de la gestión del conocimiento organizacional es ser capaces de aprovechar al máximo el conocimiento oculto o no estructurado que circula por la organización. Como organizaciones no nos basta con que cada uno de nuestros miembros se convierta en una unidad que aprende (teniendo un PLE). Necesitamos poner en marcha procesos que nos permitan la conexión entre los miembros de la comunidad. Necesitamos instrumentos que nos conecten. Que conecten el conocimiento para generar nuevo conocimiento. El gran reto que os planteamos es conectar lo individual con lo colectivo. Necesitamos Organizaciones que aprenden.

Siempre sabemos más de lo que podemos decir y decimos más de lo que podemos escribir“, afirmaba hace unos años el consultor galés Dave Snowden, fundador de Cognitive Edge, en un texto en el que establecía lo que eran, para él, las 7 reglas de la gestión del conocimiento. De las siete, la que Snowden consideraba más importante era precisamente con la que hemos abierto este post.

Intentar expresar con palabras lo que pensamos, trasladar nuestro pensamiento de la cabeza al habla y del habla a la escritura implica siempre una pérdida de contenido y de contexto, decía. La regla de Snowden es, de hecho, una paráfrasis del “we can know more than we can tell” de Michael Polanyi en “The Tacit Dimension”.

Siempre sabemos más de lo que podemos decir y decimos más de lo que podemos escribir (Dave Snowden)

El problema que Snowden señala no solo nos afecta en tanto que individuos sino que es especialmente relevante hoy en el contexto de las organizaciones. Una de las principales necesidades de las organizaciones (y también una de sus principales carencias) es ser capaces de recoger, organizar, almacenar y distribuir el conocimiento (tanto implícito como explícito) generado por sus profesionales.

El gran desafío de la gestión del conocimiento organizacional es ser capaces de aprovechar al máximo el conocimiento oculto o no estructurado que circula por la organización

Un conocimiento que puede llegar a representar hasta el 80% del total y que tiene que ver con todo aquello que no está explícitamente declarado o fijado en documentos o procesos formales.

El conocimiento organizacional es el conjunto de rutinas que resultan de la acumulación de la experiencia del pasado. Rutinas que incluyen reglas, procedimientos, normas, creencias y marcos que determinan cómo la organización está diseñada y opera. Y que se configuran en la interdependencia entre el conocimiento explícito y tácito.

Existe un importante debate sobre si el conocimiento es el resultado de la suma del conocimiento de sus integrantes (Nonaka & Takeuchi) o si como sugiere el primer Bruno Latour las organizaciones son sistemas capaces de generación de conocimientos (Ciencia en acción). Los primeros consideran que “el conocimiento se crea sólo por los individuos. Una organización no puede crear conocimiento sin individuos. La organización debe crear contextos que permitan crear conocimiento. La creación de conocimiento organizacional debe entenderse como un proceso que amplifica el conocimiento creado por los individuos y lo captura en la red de conocimiento de la organización.” Los segundos afirman que el conocimiento solo surge al compartirlo, en los procesos de interacción social.

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Más allá del debate, las preguntas que nos interesa responder son del tipo ¿cómo reconocer, visualizar y transmitir el conocimiento tácito que vamos acumulando?, ¿Cómo podemos fomentar la creatividad, la innovación y la actitud emprendedora?, ¿Cómo pueden las organizaciones responder a los retos de una sociedad de la complejidad y la incertidumbre como la actual?

Vivimos en la sociedad del aprendizaje caracterizada por una enorme transformación precisamente en lo que entendemos por conocimiento y por aprendizaje. “Una sociedad que es cada vez más consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo e incertidumbre.” (Daniel Innerarity), donde “el aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” dice Julio Carabaña hablando de las escuelas del futuro pero podría estar hablando sobre las organizaciones del futuro.

Hoy ya no nos basta con saber cosas o poder acceder al conocimiento. En un mundo tan cambiante como el actual lo relevante es ser capaces de encontrar soluciones a los constantes desafíos que enfrentamos. El éxito no está en lo que sabes sino en nuestra capacidad para pensar y hacer de manera creativa.

El aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento (Julio Carabaña)

Necesitamos profesionales con nuevas competencias y sobre todo necesitamos nuevas organizaciones.

Organizaciones más abiertas, más flexibles, más participativas y colaborativas, más activas y “dialogantes”. Organizaciones que deben “conversar” cada vez más con sus clientes (ciudadanos) y con sus empleados. Necesitamos organizaciones que aprendan, entendidas como “grupos de personas que buscan mejorar continuamente su capacidad de crear lo que quieren crear y que comparten una filosofía de anticipación, reacción y respuesta al cambio, la complejidad y la incertidumbre” (Peter Senge, La quinta disciplina).

Una organización que aprende es aquella que busca crear su propio futuro y que  asume que el aprendizaje es un proceso continuo y creativo de sus integrantes; que se desarrolla, se adapta y se transforma en respuesta a las necesidades y aspiraciones de las personas, tanto dentro como fuera de la misma” (ZeeshaN.SyeD).

Como organizaciones no nos basta con que cada uno de nuestros miembros se convierta en una unidad que aprende (teniendo un PLE). Necesitamos poner en marcha procesos que nos permitan la conexión entre los miembros de la comunidad.

Necesitamos instrumentos que nos conecten. Que conecten el conocimiento para generar nuevo conocimiento. El gran reto que os planteamos es conectar lo individual con lo colectivo.

Necesitamos también Entornos Organizacionales de Aprendizaje. Una organización que aprende y una organización inteligente es algo más que la suma de individuos que aprenden individualmente y de individuos inteligentes.

El gran reto que nos planteamos es conectar lo individual con lo colectivo.

Los procesos de gestión del conocimiento en las organizaciones (Organisational Learning) han estado tradicionalmente monopolizados por los llamados Sistemas de Gestión del Conocimiento (Knowledge Management Systems), es decir, muy vinculados a soluciones tecnológicas concretas y a procesos en muchos casos diseñados y dirigidos desde arriba, nada fluidos, rígidos, poco “naturales” y nada intuitivos.

En este contexto y ante la cada vez mayor urgencia por saber gestionar bien ese conocimiento interno pero también por la necesidad de incorporar el conocimiento y la innovación que se produce en otros entornos fuera de la organización, los conceptos de PLE y de PKM, mucho más ligeros y flexibles, mucho más naturales e intuitivos, mucho más “personales” y moldeables, parecen más adaptado a esta labor. Tanto el PLE como el PKM son maneras “sencillas” de desbloquear y hacer aflorar el conocimiento “tácito” existente. Son dos maneras de visibilizar las redes de conocimiento que existen dentro de las organizaciones. Y también de crear nuevas redes.

Linda Castañeda considera que además de las herramientas para buscar, crear y compartir que la organización utiliza el elemento clave en los Entornos Organizacionales de Aprendizaje es la la visión compartida que tenemos todos sobre cómo esos elementos se relacionan entre sí, funciona de una manera concreta y tienen una finalidad común. La visión compartida que si recuerdan era una de las cinco disciplinas (1.Pensamiento sistémico; 2.Dominio personal; 3.Modelos mentales; 4.Construcción de una visión compartida; 5.Aprendizaje en equipo) de Peter Senge. De las cinco, nos interesa especialmente el aprendizaje en equipo comienza con el “diálogo”, la capacidad de los miembros del equipo para “suspender los supuestos” e ingresar en un auténtico “pensamiento conjunto” y el pensamiento sistémico constituye la piedra angular del modo en que una organización inteligente piensa acerca del mundo.

PLE, PKM, WOL

En este proceso, además de los conceptos de #PLE y #PKM, puede ser muy interesante la idea de Woking Out Loud (trabajar en voz alta) de John Stepper. Trabajar en voz alta sería hacer visible nuestro trabajo a los demás de tal manera que pueda ser útil a otros. WOL es trabajar de manera más abierta y conectada para construir entre todos una red que a la larga nos hace, como organización, más eficaces y nos da acceso a más oportunidades.

Las organizaciones deben apostar decididamente por sus personas, por el desarrollo de competencias tanto a nivel individual como a nivel de equipos, por la creación de estructuras en red, donde la clave estaría en potenciar la conexión entre sus nodos. Por la creación de comunidades de prácticas internas y externas donde se garantice la circulación fluida de la información.

Learning is a conversation

No olvidemos que la información y el conocimiento son el combustible de la innovación. Y en ese sentido no se debe escatimar ningún esfuerzo para que esa información y ese conocimiento estén siempre accesibles y disponibles.  No olvidemos que “las organizaciones inteligentes son posibles porque en el fondo todos somos aprendices.”

Sabemos que la innovación nunca sucede mientras estamos hablando de ella. Pero en las organizaciones necesitamos hablar mucho para que haya innovación.