En el mundo de los niñ@s, muchos estuvieron esperando que llegasen los Reyes y les trajeran sus juguetes favoritos. Fueron días de incertidumbre y de nervios, que nosotros, los adultos, nos encargamos de cebar. Bueno, nosotros y las grandes compañías jugueteras.

Al mundo de los adult@s parece que también llegaron los Reyes, incluso algunos decidieron adelantar su llegada a nuestro país e ir dejando su estela luminosa para que los más adelantados fueran pensando en sus regalos.

Esa estela debieron ver los devoradores de series, documentales y cine, cuando allá por finales de Octubre del ya pasado 2015, recibieron la noticia del desembarco de Netflix en España. Ya no habría que esperar, o piratear, para ver tu contenido favorito.

Incluso nos recordaron con su claim “Oh, blanca Navidad” que todo había cambiado. La Puerta del Sol, en Madrid, se convirtió, como por arte de magia, en el epicentro de una polémica en la que el gobierno Colombiano pedía a la alcaldesa Carmena que retirase dicho cartel. De nuevo la antigua pelea entre “Contenidos” y “Política”…

Oh Blanca Navidad. Cartel Netflix en la Puerta del Sol.

Foto publicada por vozpópuli el día 02.12.16

¡Vaya!

Una plataforma global de contenidos no solo fue capaz de acercar su catálogo a nuevos territorios, sino que, además, con su campaña publicitaria desataba una pequeña batalla política que, obviamente, beneficiaba su alcance y notoriedad en nuestro país.

Pero no quedaba ahí la cosa, no íbamos a tener solo un regalo de adultos, por eso en los últimos días de Diciembre también desembarcaba en España HBO.

Y para cerrar el circulo llegaba Amazon Prime.

De esta forma, tres de las plataformas globales de contenido más importantes, nos hacían un “regalo de Reyes” con su llegada antes del día 6 de enero (o quizás lo hicieron para “cebarnos” con sus catálogos y que acabásemos pidiéndolos a los Reyes Magos, como si fuéramos niñ@s).

Hayamos pedido o no, a los Reyes Magos, las suscripciones a estas plataformas, parece que el consumo audiovisual de los adultos ya ha cambiado. ¡¡Afortunadamente!!

Desde hace tiempo ninguno de nosotros vemos la Tele como lo hacíamos antes.

Internet nos ha ofrecido la posibilidad de elegir: cómo, cuándo, dónde, con quién, y lo más importante de todo, qué ver.

Parece simple, de hecho nos hemos acostumbrado rápidamente a esta nueva forma de consumo  y creación audiovisual (o como le gusta llamarle a algunos: consumo de contenidos digitales). No han sido necesarios largos procesos de aprendizaje, simplemente nos hemos emancipado digitalmente.

Y para ello no hemos tenido en cuenta nada más que nuestras apetencias y gustos personales, si no encontramos el contenido que nos interesa… seguimos buscando, sin preocuparnos ni quién ni cómo lo produce.

Por eso las “audiencias” de la vieja Tele empiezan a resentirse y a notar los “daños colaterales” que les están ocasionando los nuevos “players”.

Si a esto le unimos que hasta nuestros “niñ@s” han ido abandonado el consumo directo de Tele, en beneficio de youtubers y de la programación a la carta a través de móviles y tablets… pues nos daremos cuenta de que la forma de ver “contenidos” ha cambiado, radicalmente.

Y nos daremos cuenta que esto nos puede beneficiar (como consumidores), nos puede permitir “gastar” nuestro tiempo dedicado al ocio de una forma más eficiente.

Podemos elegir qué contenido queremos ver, cuándo y dónde. Esto es el primer paso de una “revolución digital” que simplemente acaba de empezar, que irá extendiendo sus “redes” a todos los ámbitos de nuestra vida.

Contenidos digitales a la carta en una Smart TV

Los “contenidos digitales” van a estar más presentes que nunca en nuestro día  a día (solo tenemos que pensar si hemos visto algún video para tomar la decisión de qué regalar estas pasadas navidades, o para preparar esa maravillosa receta para la cena de fin de año)

Las necesidades de expandir el conocimiento, la educación, la formación, las competencias digitales… se convertirán en un “must” (imprescindible) para las grandes empresas y corporaciones, tanto para su comunicación interna como externa.

Ya no serán solo los grandes Medios de comunicación, o las grandes plataformas globales de contenido (los nuevos “Reyes Digitales”), las que nos ofrecerán sus propuestas.

Es más, si las empresas y corporaciones no toman “conciencia digital” de esta oportunidad, verán como les abandonan sus mejores profesionales y sus followers,  y verán como éstos han ido a parar a “lugares digitales” en los que se les ofrece el contenido digital que satisface sus necesidades, y entonces… ya será tarde para recuperarlos.

Definitivamente, los nuevos “Reyes Digitales” nos han enseñado, con su experiencia y con su estela luminosa, que internet nos “regala” la posibilidad de comunicar directamente con el resto del mundo a través de los contenidos y de los canales que consideremos oportunos.

Por cierto, ¿qué te han traído los Reyes?

El conocimiento no se crea ni se destruye, se transforma

Los Exploradores encontraron una buena manera de conservar y difundir el conocimiento, pero nosotros no disponemos todavía de nuestras propias celosías de luz, y por ello debemos utilizar otros métodos para conservar, actualizar, difundir y compartir nuestro conocimiento.

En el entorno actual en que vivimos debemos estar preparados para afrontar los continuos cambios que se producen en conocimientos, información y tendencias con eficacia y garantías de éxito, tanto en el aspecto personal como en el profesional.

No podemos quedarnos esperando, debemos tomar las riendas de manera autónoma, combinando competencias clásicas con nuevas competencias de esta era digital.

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Tenemos que ser capaces de localizar el conocimiento que necesitemos en cada momento con espíritu crítico, de seleccionar las fuentes de información fiables para no equivocarnos en nuestras decisiones y manera de pensar, de guardar ese conocimiento de forma lógica para que esté a nuestra disposición y de otras personas en cualquier momento que lo necesitemos, de utilizar los mecanismos de consulta y alerta necesarios para que esté siempre actualizado.

Además, necesitamos personalizarlo para nuestras necesidades y moldearlo a nuestro entorno, para darle valor y que el conocimiento lleve a más conocimiento.

Finalmente, hay que compartirlo con los demás y comunicarlo de forma eficaz. Compartir mi conocimiento significa aprender más y tenerlo actualizado, ya que cuanto más trabaje en equipo, más recibiré de otros.

Y qué casualidad, al final de este ciclo, os daréis cuenta de que cada vez tendréis que buscar menos, el conocimiento vendrá a vosotros periódicamente a través de otros con los mismos intereses, pero mejorado y actualizado.

¿No dijo Einstein que el conocimiento no se crea ni se destruye, se transforma?

Bueno, algo parecido pero igual de visionario…

Conferencia Solvay, 1927
Conferencia Solvay, 1927

Pero el camino no es inmediato: requiere profesionales que nos guíen y una participación activa de cada participante en el proceso de aprendizaje, concienciación y motivación sobre la necesidad del cambio, aprendizaje experiencial y social sobre habilidades y competencias digitales, aplicación al entorno personal y profesional, mecanismos para asegurar la transferencia del conocimiento, adaptación de perfiles profesionales a las nuevas necesidades, transformación de la organización, fomento del talento digital y del aprendizaje permanente, herramientas colaborativas para compartir y gestionar el conocimiento…

Todo esto es otra historia que ya os iremos contando.

Aprender Siempre en la sociedad DIGITAL

Muchas veces he escuchado comentarios acerca de nuestro nombre, SiempreDIGITAL, pero curiosamente muy pocas personas me han preguntado por su significado.

Muchos piensan que está relacionado con el uso intensivo de la tecnología, con ser usuario de Facebook  y de otras herramientas sociales de Internet, con la formación online, con la generación digital (algunos nos dicen que han sido Siempre analógicos y que a estas alturas ya es muy tarde), e incluso alguien piensa que es porque Siempre estamos cerca para ayudar en lo que se necesite (esto último sí que es verdad…)

Aunque algunas de esas cosas son elementos a considerar dentro de las soluciones que ofrecemos, lo cierto es que SiempreDIGITAL nació de una tormenta de ideas en un largo viaje en coche, pensando en dos conceptos básicos para nosotros:

Aprender SIEMPRE en la sociedad DIGITAL

Y os lo aseguro, aprender Siempre en la sociedad DIGITAL en la que vivimos no tiene nada que ver con la tecnología, ni con la edad, ni con las herramientas, ni con el puesto de trabajo.

Tiene que ver con concienciación, procedimientos, técnicas, competencias, actitud, motivación, innovación, experimentar, compartir con los demás, aprender de los demás, aplicar al puesto, convertirse en referente, y en definitiva, cambiar hábitos personales y profesionales que nos permitan desenvolvernos es esta sociedad actual.

Y todo ello, para mayor mérito, sin la tecnología de los Exploradores de Arthur C. Clarke.

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Bienvenidos al aprendizaje permanente.

Siempre sabemos más de lo que podemos decir y decimos más de lo que podemos escribir“, afirmaba hace unos años el consultor galés Dave Snowden, fundador de Cognitive Edge, en un texto en el que establecía lo que eran, para él, las 7 reglas de la gestión del conocimiento. De las siete, la que Snowden consideraba más importante era precisamente con la que hemos abierto este post.

Intentar expresar con palabras lo que pensamos, trasladar nuestro pensamiento de la cabeza al habla y del habla a la escritura implica siempre una pérdida de contenido y de contexto, decía. La regla de Snowden es, de hecho, una paráfrasis del “we can know more than we can tell” de Michael Polanyi en “The Tacit Dimension”.

Siempre sabemos más de lo que podemos decir y decimos más de lo que podemos escribir (Dave Snowden)

El problema que Snowden señala no solo nos afecta en tanto que individuos sino que es especialmente relevante hoy en el contexto de las organizaciones. Una de las principales necesidades de las organizaciones (y también una de sus principales carencias) es ser capaces de recoger, organizar, almacenar y distribuir el conocimiento (tanto implícito como explícito) generado por sus profesionales.

El gran desafío de la gestión del conocimiento organizacional es ser capaces de aprovechar al máximo el conocimiento oculto o no estructurado que circula por la organización

Un conocimiento que puede llegar a representar hasta el 80% del total y que tiene que ver con todo aquello que no está explícitamente declarado o fijado en documentos o procesos formales.

El conocimiento organizacional es el conjunto de rutinas que resultan de la acumulación de la experiencia del pasado. Rutinas que incluyen reglas, procedimientos, normas, creencias y marcos que determinan cómo la organización está diseñada y opera. Y que se configuran en la interdependencia entre el conocimiento explícito y tácito.

Existe un importante debate sobre si el conocimiento es el resultado de la suma del conocimiento de sus integrantes (Nonaka & Takeuchi) o si como sugiere el primer Bruno Latour las organizaciones son sistemas capaces de generación de conocimientos (Ciencia en acción). Los primeros consideran que “el conocimiento se crea sólo por los individuos. Una organización no puede crear conocimiento sin individuos. La organización debe crear contextos que permitan crear conocimiento. La creación de conocimiento organizacional debe entenderse como un proceso que amplifica el conocimiento creado por los individuos y lo captura en la red de conocimiento de la organización.” Los segundos afirman que el conocimiento solo surge al compartirlo, en los procesos de interacción social.

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Más allá del debate, las preguntas que nos interesa responder son del tipo ¿cómo reconocer, visualizar y transmitir el conocimiento tácito que vamos acumulando?, ¿Cómo podemos fomentar la creatividad, la innovación y la actitud emprendedora?, ¿Cómo pueden las organizaciones responder a los retos de una sociedad de la complejidad y la incertidumbre como la actual?

Vivimos en la sociedad del aprendizaje caracterizada por una enorme transformación precisamente en lo que entendemos por conocimiento y por aprendizaje. “Una sociedad que es cada vez más consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo e incertidumbre.” (Daniel Innerarity), donde “el aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” dice Julio Carabaña hablando de las escuelas del futuro pero podría estar hablando sobre las organizaciones del futuro.

Hoy ya no nos basta con saber cosas o poder acceder al conocimiento. En un mundo tan cambiante como el actual lo relevante es ser capaces de encontrar soluciones a los constantes desafíos que enfrentamos. El éxito no está en lo que sabes sino en nuestra capacidad para pensar y hacer de manera creativa.

El aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento (Julio Carabaña)

Necesitamos profesionales con nuevas competencias y sobre todo necesitamos nuevas organizaciones.

Organizaciones más abiertas, más flexibles, más participativas y colaborativas, más activas y “dialogantes”. Organizaciones que deben “conversar” cada vez más con sus clientes (ciudadanos) y con sus empleados. Necesitamos organizaciones que aprendan, entendidas como “grupos de personas que buscan mejorar continuamente su capacidad de crear lo que quieren crear y que comparten una filosofía de anticipación, reacción y respuesta al cambio, la complejidad y la incertidumbre” (Peter Senge, La quinta disciplina).

Una organización que aprende es aquella que busca crear su propio futuro y que  asume que el aprendizaje es un proceso continuo y creativo de sus integrantes; que se desarrolla, se adapta y se transforma en respuesta a las necesidades y aspiraciones de las personas, tanto dentro como fuera de la misma” (ZeeshaN.SyeD).

Como organizaciones no nos basta con que cada uno de nuestros miembros se convierta en una unidad que aprende (teniendo un PLE). Necesitamos poner en marcha procesos que nos permitan la conexión entre los miembros de la comunidad.

Necesitamos instrumentos que nos conecten. Que conecten el conocimiento para generar nuevo conocimiento. El gran reto que os planteamos es conectar lo individual con lo colectivo.

Necesitamos también Entornos Organizacionales de Aprendizaje. Una organización que aprende y una organización inteligente es algo más que la suma de individuos que aprenden individualmente y de individuos inteligentes.

El gran reto que nos planteamos es conectar lo individual con lo colectivo.

Los procesos de gestión del conocimiento en las organizaciones (Organisational Learning) han estado tradicionalmente monopolizados por los llamados Sistemas de Gestión del Conocimiento (Knowledge Management Systems), es decir, muy vinculados a soluciones tecnológicas concretas y a procesos en muchos casos diseñados y dirigidos desde arriba, nada fluidos, rígidos, poco “naturales” y nada intuitivos.

En este contexto y ante la cada vez mayor urgencia por saber gestionar bien ese conocimiento interno pero también por la necesidad de incorporar el conocimiento y la innovación que se produce en otros entornos fuera de la organización, los conceptos de PLE y de PKM, mucho más ligeros y flexibles, mucho más naturales e intuitivos, mucho más “personales” y moldeables, parecen más adaptado a esta labor. Tanto el PLE como el PKM son maneras “sencillas” de desbloquear y hacer aflorar el conocimiento “tácito” existente. Son dos maneras de visibilizar las redes de conocimiento que existen dentro de las organizaciones. Y también de crear nuevas redes.

Linda Castañeda considera que además de las herramientas para buscar, crear y compartir que la organización utiliza el elemento clave en los Entornos Organizacionales de Aprendizaje es la la visión compartida que tenemos todos sobre cómo esos elementos se relacionan entre sí, funciona de una manera concreta y tienen una finalidad común. La visión compartida que si recuerdan era una de las cinco disciplinas (1.Pensamiento sistémico; 2.Dominio personal; 3.Modelos mentales; 4.Construcción de una visión compartida; 5.Aprendizaje en equipo) de Peter Senge. De las cinco, nos interesa especialmente el aprendizaje en equipo comienza con el “diálogo”, la capacidad de los miembros del equipo para “suspender los supuestos” e ingresar en un auténtico “pensamiento conjunto” y el pensamiento sistémico constituye la piedra angular del modo en que una organización inteligente piensa acerca del mundo.

PLE, PKM, WOL

En este proceso, además de los conceptos de #PLE y #PKM, puede ser muy interesante la idea de Woking Out Loud (trabajar en voz alta) de John Stepper. Trabajar en voz alta sería hacer visible nuestro trabajo a los demás de tal manera que pueda ser útil a otros. WOL es trabajar de manera más abierta y conectada para construir entre todos una red que a la larga nos hace, como organización, más eficaces y nos da acceso a más oportunidades.

Las organizaciones deben apostar decididamente por sus personas, por el desarrollo de competencias tanto a nivel individual como a nivel de equipos, por la creación de estructuras en red, donde la clave estaría en potenciar la conexión entre sus nodos. Por la creación de comunidades de prácticas internas y externas donde se garantice la circulación fluida de la información.

Learning is a conversation

No olvidemos que la información y el conocimiento son el combustible de la innovación. Y en ese sentido no se debe escatimar ningún esfuerzo para que esa información y ese conocimiento estén siempre accesibles y disponibles.  No olvidemos que “las organizaciones inteligentes son posibles porque en el fondo todos somos aprendices.”

Sabemos que la innovación nunca sucede mientras estamos hablando de ella. Pero en las organizaciones necesitamos hablar mucho para que haya innovación.

Sin nuestra transformación profesional, la transformación digital no es posible. Pero para ello necesitamos estar concienciados de la necesidad del cambio, motivados para abordarlo, preparados para ponerlo en marcha, y aplicar hábitos en el día a día que lo conviertan en realidad.

Primer paso: el aprendizaje autónomo

Aprender de manera autónoma

Tenemos que ser capaces de aprender de manera autónoma, y de mantener nuestro conocimiento actualizado continuamente. En el entorno actual tan cambiante, no podemos quedarnos esperando a que alguien nos dé un curso y luego olvidarlo, volver a nuestra rutina y esperar al siguiente.

La repetición continua del ciclo “aprendizaje autónomo – aplicación al puesto” como un hábito profesional es una de las claves de nuestro desarrollo profesional y de la transformación digital de nuestra organización. Y existen métodos, procedimientos, competencias y buenas prácticas para mantenerse siempre informado.

Segundo paso: el intercambio de conocimiento

Colaborar para intercambiar y generar conocimiento

Tenemos que ser capaces de compartir con los demás nuestro trabajo, y de colaborar con otros para intercambiar experiencias y generar conocimiento. Hoy en día mantener el conocimiento aislado en nuestra cabeza no es garantía de poder. Al contrario, las empresas demandan profesionales que compartan, enseñen, colaboren, interactúen… En concreto, personas que trabajen en grupo, añadan valor y generen conocimiento compartido.

Y no lo olvides,  el que enseña aprende, y el que comparte recibe… Otro ciclo que repetido como hábito nos lleva a la transformación profesional.

Tercer paso: la creatividad e innovación

Trabajar de manera creativa e innovadora

Tenemos que ser capaces de trabajar de manera creativa, mejorando lo existente e innovando en soluciones, procesos… No podemos repetir tareas una y otra vez de la misma forma. La innovación es cosa de todos nosotros, independientemente del departamento al que pertenezcamos.

La creatividad, la innovación y la capacidad de adaptación a los cambios que continuamente se producen son fundamentales para la transformación profesional.